¿Qué miedos tengo como psicóloga?
La psicología es un trabajo fascinante y profundamente gratificante, pero también está llena de retos emocionales y profesionales. Como psicóloga, he experimentado diversos miedos que, aunque normales, pueden ser abrumadores si no se abordan adecuadamente. En este artículo, compartiré mis miedos más frecuentes y cómo los enfrento en mi práctica diaria.
Uno de los miedos más recurrentes en todas las profesiones y, por ende, en esta, es “no ser una buena psicóloga”. Me pregunto si realmente estoy ayudando a mis pacientes o si soy la profesional adecuada. Para enfrentar este miedo, me esfuerzo por mantenerme informada, apoyarme en el gran equipo de profesionales que hay en el centro, compartir ideas o recursos. La formación continua y la supervisión profesional son herramientas fundamentales que me ayudan a sentirme más segura en mi práctica. Además, la reflexión constante sobre mis sesiones y el feedback de mis pacientes me permiten reconocer mis fortalezas y áreas de mejora.
El trabajo con personas puede ser impredecible y, a veces, me preocupa quedarme sin recursos para abordar sus problemas. Cada paciente es único y, lo que funciona para uno, puede no ser efectivo para otro. Para combatir este miedo, he aprendido que el proceso no es lineal, intento confiar en la relación terapéutica que construyo con mis pacientes. Además, me esfuerzo por diversificar mis conocimientos, explorando diferentes enfoques terapéuticos y adaptándolos a las necesidades individuales de cada paciente.
Durante las sesiones de terapia, a menudo siento la presión de guiar la conversación de manera efectiva. El miedo a no saber cómo dirigir una sesión puede ser paralizante, especialmente cuando un paciente se encuentra en un lugar emocionalmente vulnerable. A veces, me pregunto si estoy haciendo las preguntas correctas o si estoy permitiendo que la sesión se desvíe demasiado. Para superar este miedo, he aprendido a ser más flexible y a permitirme aceptar la incertidumbre. Las sesiones no siempre van a seguir un guion estricto; a menudo, lo más valioso es seguir la corriente de las emociones y pensamientos del paciente. La formación en habilidades de escucha activa y la práctica de la atención plena me han ayudado a estar más presente y a confiar en mi capacidad para navegar por las complejidades de la terapia.
En un campo que está en constante evolución, el miedo a no saber lo suficiente es un desafío constante. A veces, me siento abrumada por la cantidad de información y teorías que existen, y me preocupa que mis conocimientos no estén a la altura de las expectativas de mis pacientes o de la profesión en general. Para enfrentar este miedo, he adoptado una mentalidad de aprendizaje continuo. Acepto que nunca dejaré de aprender y que cada paciente es una oportunidad para crecer y expandir mis horizontes. La lectura de libros, artículos, asistencia a cursos, etc. son estrategias que utilizo para mantenerme actualizada y sentirme más segura en mi práctica.
Uno de los miedos más profundos que tengo como psicóloga es el temor a dañar a mis pacientes. A veces, me preocupa que mis intervenciones puedan ser malinterpretadas o que mis palabras puedan causar más daño que ayuda. Este miedo me impulsa a ser más consciente de mis palabras y acciones. La supervisión y la consulta con mis compañeros son herramientas valiosas para discutir mis preocupaciones y recibir orientación. Además, fomentando un ambiente de confianza y apertura con mis pacientes, puedo asegurarme de que se sientan seguros para expresar cualquier malestar que puedan experimentar durante la terapia.
Finalmente, el miedo a que no lleguen pacientes es una preocupación que nos acompaña a muchos. La incertidumbre económica y los cambios en la percepción de la salud mental pueden impactar en la cantidad de personas que buscan terapia. Para abordar este miedo, intento trabajar mi presencia en línea, creación de redes de apoyo e intentar ser mejor profesional cada día.
Los miedos que enfrento como psicóloga son parte de un proceso normal en la profesión. Reconocer y abordar estos temores no solo me ayuda a crecer como profesional, sino que también me permite ser más empática y comprensiva con mis pacientes. Al final del día, estos desafíos son una oportunidad para aprender y evolucionar, tanto en mi práctica como en mi vida personal.

Laura Santi
Psicóloga Sanitaria (Col. AN10267). Área de Adicciones químicas y psicológicas y de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz).



