Dificultades que enfrentan mujeres para dejar relaciones violentas
Pese al cumplimiento de los 20 años de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, uno de los aspectos que sigue siendo un desafío, es la dificultad que presentan algunas mujeres para abandonar la relación con su compañero violento. Esto hace que, en algunas ocasiones, se culpabilice a la mujer de la situación.
¿Qué razones pueden explicar esta gran paradoja?
En primer lugar
Es importante tener presente el tipo de apego que ha establecido la mujer en la infancia con sus personas más significativas, ya que condicionará el modelo de relación con otras personas. Muchas mujeres expuestas a vínculos traumáticos violentos en su infancia, establecen relaciones de dependencia con hombres de manera más patológica, que mujeres que han tenido una infancia más normalizada. Esto ocurre por fallos en los principales pilares
del apego seguro: confianza, seguridad y apoyo incondicional.
La segunda dificultad a la que se encuentran las mujeres
Son los efectos del sometimiento a los mandatos de género. Uno de los mandatos consiste en el éxito del amor, si no lo consiguen, las mujeres se sienten fracasadas y deben enfrentarse al vacío de la pérdida del guion de su vida.
Otro ejemplo, las mujeres se creen salvadoras de sus compañeros. En esas situaciones, la mujer no tiene la distancia suficiente para entender cuáles son sus verdaderos deseos, quién es ella y por qué se siente así. La reflexión crítica acerca de los mandatos podrá liberarla de la presión.
En tercer lugar
A finales del siglo XVIII surge en nuestra cultura occidental la idea del «amor romántico», difundido y legitimado a través de la literatura, el cine y la música. Este concepto de amor inventado aparece con especial fuerza en la educación sentimental de las mujeres.
Sobre esta idea del amor, las mujeres hemos construido nuestra biografía y hemos sustentado nuestras relaciones afectivas. El amor romántico ofrece a las personas un modelo de conducta que, cuando falla, produce frustración y desengaño; este es uno de los factores que contribuyen a favorecer y mantener la violencia contra las mujeres en la pareja. Al asumir este
modelo de amor romántico y los mitos que de él se derivan, se tienen más probabilidades de ser víctimas de violencia y de «permitirla», puesto que consideran que el amor (y la relación) es lo que da sentido a sus vidas y, romper la pareja o renunciar al amor, es el fracaso absoluto de su vida.
El maltrato, provoca secuelas físicas, psicológicas y sociales que actúan como razones poderosas para impedir que una mujer abandone la relación violenta. Estos efectos se convierten en los motivos que impiden a una mujer romper la relación.
La cuarta dificultad que vamos a describir
Se divide en tres partes: miedo, vergüenza y culpa.
El miedo se genera tanto en el maltrato físico como en las descalificaciones y en las amenazas, genera confusión en la víctima y puede llevar a la mujer a una situación de indefensión y, por último, hace que la mujer focalice su atención en el agresor y se desconecta tanto de sí misma como del entorno.
Dentro de una situación de maltrato, la mujer necesita encontrar una explicación de qué está pasando, empieza a buscar alguna causa en sí misma, autoinculpándose e intentando de este modo salvar la relación. Paralelamente, por efecto de la vergüenza, la mujer ocultará el maltrato. Así, la culpa vincula a la víctima con el agresor y la vergüenza favorece su aislamiento social.
Para acabar, la última dificultad se relaciona con las trabas sociales que las mujeres encuentran a la hora de romper su relación. Los largos y costosos procesos judiciales, los problemas de regímenes de visitas de los hijos, la falta de recursos económicos, la precariedad laboral, el difícil acceso a la vivienda, la falta de una red familiar y social que sirvan de apoyo en el cuidado de los menores.
Laura Santi
Psicóloga Sanitaria (Col. AN10267). Área de Adicciones químicas y psicológicas y de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz).