Mitomanía. Cuando la mentira se convierte en patológica. 

El 3 de abril de 1817, aparece en Amondsbury (Bristol) una joven totalmente exhausta, ataviada con un turbante y extrañas vestiduras. Habla un idioma incomprensible, y tras bendecir una taza de té que le proporciona alguien del pueblo con una larga oración, se la bebe.

Durante los siguientes días consiguen descifrar el lenguaje desconocido y determinan que es la Princesa de Caraboo, una isla de la Polinesia.

Aquella historia fascina al pueblo inglés que miran con cada vez más admiración, a la joven princesa. Pronto la historia quedará en entredicho. Un vecino del cercano Gloucestershire dice reconocer a la joven. Se trata de Mary Baker, que también vive en Gloucestershire y no es ninguna princesa.

¿Qué llevó a Mary Baker a mentir?

¿Qué lleva a una persona a crear un escenario completamente diferente a la realidad y en el que él o ella son protagonistas de una historia sorprendente?

A este trastorno se le conoce como Mitomanía o Pseudología Fantástica, y NO está recogido en el DSM-V u otras clasificaciones diagnósticas, principalmente porque se considera que la persona que lo sufre, padece algún otro trastorno de origen primario. 

La persona mitómana tiene ciertas actitudes que la lleva mentir de esta forma patológica, y algunas de ellas son las que siguen:

Niveles de ansiedad elevados: La ansiedad no solo se presenta como un precursor del acto de mentir, sino también como una consecuencia de estar en una situación propicia para hacerlo, creando un ciclo de retroalimentación que perpetúa el comportamiento.

Tendencia a manipular la realidad: Esta tendencia se convierte en hábito y llega en la mayoría de los casos a hacer que la persona se crea sus propias mentiras. 

– Baja autoestima: Sienten que sus vidas no son suficientemente interesantes o quizá se avergüenzan de ellas, lo que los lleva a crear identidades falsas, para contrarrestar esa baja autoestima. 

Dificultades en las habilidades sociales: Es posible que las mentiras se conviertan en barreras en la comunicación y en la confianza, que son dos elementos fundamentales para crear relaciones sanas. 

Dificultad para resistirse a mentir: El impulso es tan potente, que la persona describe el acto como una NECESIDAD, más que como una elección consciente. 

Satisfacción cuando la mentira no es descubierta: Y este hecho puede reforzar y perpetuar el comportamiento, creando un círculo del que es muy difícil salir. 

¿Cuál es tratamiento para una persona mitómana o mentirosa compulsiva?

Antes que nada, hay que señalar que raramente es la propia persona la que va a solicitar ayuda. Precisamente por eso de lo que hemos hablado antes, se creen sus propias mentiras, la persona mitómana no va a sentir la necesidad de ejecutar ningún cambio en su vida, porque para ella “no ocurre nada malo conmigo”. Lo que suele llevar a estas personas a las consultas de psicología y/o psiquiatría es el hecho de que, en un momento dado, la mentira dará la cara y se verá obligada a reconocer la farsa. Empieza ahí un proceso de reestructuración personal que va a abarcar, desde intervenciones dirigidas a la regulación emocional y concretamente al control de la ansiedad, hasta una revisión histórica personal para detectar los desencadenantes de esta conducta desadaptativa. 

Es un trabajo que hará uso tanto de una rama más cognitiva de la psicología (Psicología Cognitivo-Conductual) como de otra quizá más humanista (Gestalt o Terapia de Esquemas). El objetivo es claro, desarrollar la honestidad como un hábito, y sanar la relación interpersonal que se está viendo dañada por un discurso interno muy negativo. 

No podríamos decir que la mitomanía tiene cura, porque la mentira patológica no es una enfermedad como tal. Lo correcto sería decir que, con las pautas y el apoyo adecuado, podemos lograr una mejoría significativa. 

Una vez descubierta por su vecino, y ante la obviedad de la mentira, la joven Mary Baker se vio obligada a emigrar a EEUU, de donde nunca regresó y donde fallecería en 1864. 

 [The perverse mythomania of Pierre Molinier. An homage by Ernest Dupré] – PubMed (nih.gov)

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Sebastián Villanueva

Director del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz). Psicólogo Sanitario (Col. M-33875). Responsable del Área de Psicología Afirmativa y Diversidad LGBTIQ+.

¿Qué miedos tengo como psicóloga?

La psicología es un trabajo fascinante y profundamente gratificante, pero también está llena de retos emocionales y profesionales. Como psicóloga, he experimentado diversos miedos que, aunque normales, pueden ser abrumadores si no se abordan adecuadamente. En este artículo, compartiré mis miedos más frecuentes y cómo los enfrento en mi práctica diaria.

Uno de los miedos más recurrentes en todas las profesiones y, por ende, en esta, es “no ser una buena psicóloga”. Me pregunto si realmente estoy ayudando a mis pacientes o si soy la profesional adecuada. Para enfrentar este miedo, me esfuerzo por mantenerme informada, apoyarme en el gran equipo de profesionales que hay en el centro, compartir ideas o recursos. La formación continua y la supervisión profesional son herramientas fundamentales que me ayudan a sentirme más segura en mi práctica. Además, la reflexión constante sobre mis sesiones y el feedback de mis pacientes me permiten reconocer mis fortalezas y áreas de mejora.

El trabajo con personas puede ser impredecible y, a veces, me preocupa quedarme sin recursos para abordar sus problemas. Cada paciente es único y, lo que funciona para uno, puede no ser efectivo para otro. Para combatir este miedo, he aprendido que el proceso no es lineal, intento confiar en la relación terapéutica que construyo con mis pacientes. Además, me esfuerzo por diversificar mis conocimientos, explorando diferentes enfoques terapéuticos y adaptándolos a las necesidades individuales de cada paciente.

Durante las sesiones de terapia, a menudo siento la presión de guiar la conversación de manera efectiva. El miedo a no saber cómo dirigir una sesión puede ser paralizante, especialmente cuando un paciente se encuentra en un lugar emocionalmente vulnerable. A veces, me pregunto si estoy haciendo las preguntas correctas o si estoy permitiendo que la sesión se desvíe demasiado. Para superar este miedo, he aprendido a ser más flexible y a permitirme aceptar la incertidumbre. Las sesiones no siempre van a seguir un guion estricto; a menudo, lo más valioso es seguir la corriente de las emociones y pensamientos del paciente. La formación en habilidades de escucha activa y la práctica de la atención plena me han ayudado a estar más presente y a confiar en mi capacidad para navegar por las complejidades de la terapia.

En un campo que está en constante evolución, el miedo a no saber lo suficiente es un desafío constante. A veces, me siento abrumada por la cantidad de información y teorías que existen, y me preocupa que mis conocimientos no estén a la altura de las expectativas de mis pacientes o de la profesión en general. Para enfrentar este miedo, he adoptado una mentalidad de aprendizaje continuo. Acepto que nunca dejaré de aprender y que cada paciente es una oportunidad para crecer y expandir mis horizontes. La lectura de libros, artículos, asistencia a cursos, etc. son estrategias que utilizo para mantenerme actualizada y sentirme más segura en mi práctica.

Uno de los miedos más profundos que tengo como psicóloga es el temor a dañar a mis pacientes. A veces, me preocupa que mis intervenciones puedan ser malinterpretadas o que mis palabras puedan causar más daño que ayuda. Este miedo me impulsa a ser más consciente de mis palabras y acciones. La supervisión y la consulta con mis compañeros son herramientas valiosas para discutir mis preocupaciones y recibir orientación. Además, fomentando un ambiente de confianza y apertura con mis pacientes, puedo asegurarme de que se sientan seguros para expresar cualquier malestar que puedan experimentar durante la terapia.

Finalmente, el miedo a que no lleguen pacientes es una preocupación que nos acompaña a muchos. La incertidumbre económica y los cambios en la percepción de la salud mental pueden impactar en la cantidad de personas que buscan terapia. Para abordar este miedo, intento trabajar mi presencia en línea, creación de redes de apoyo e intentar ser mejor profesional cada día. 

Los miedos que enfrento como psicóloga son parte de un proceso normal en la profesión. Reconocer y abordar estos temores no solo me ayuda a crecer como profesional, sino que también me permite ser más empática y comprensiva con mis pacientes. Al final del día, estos desafíos son una oportunidad para aprender y evolucionar, tanto en mi práctica como en mi vida personal.

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Laura Santi

Psicóloga Sanitaria (Col. AN10267). Área de Adicciones químicas y psicológicas y de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz).

EL CASTIGO DE ESTAR SOLO

Si la palabra JAZMÍN huele, la palabra SOLEDAD pesa. La soledad, junto con otros sentimientos como el dolor o la rabia, pertenece a lo que podría denominarse SENTIMIENTOS MALTRATADOS: emociones que rara vez reciben una valoración positiva en nuestra sociedad. El dolor se esquiva, la rabia se reprime y la soledad se evita. Estas estrategias —esquivar, reprimir, evitar— son respuestas típicamente neuróticas, cada vez más reforzadas por una cultura que promueve la negación del malestar y la búsqueda compulsiva de placer o compañía.

La voz silenciada de la emoción

Cuando el cuerpo habla a través del dolor, muchas personas optan por acallar su mensaje mediante ansiolíticos o analgésicos. Sin embargo, desde una perspectiva científica, el dolor es un síntoma, una señal adaptativa que indica que algo no marcha bien. Del mismo modo, la soledad es una emoción de advertencia: nos invita a reflexionar sobre nuestra propia existencia y necesidades. Pero ¿de qué manera aprendimos a negar su valor?

La estigmatización de la soledad: raíces culturales y aprendizaje social

Desde la infancia, la soledad se asocia con lo negativo. Introyectos familiares y sociales como “esa niña siempre está sola, como las locas” o “si te portas mal, te quedarás solo en tu cuarto” refuerzan la idea de que la soledad es un castigo, una anomalía o un síntoma de rareza. Así, la soledad se vincula a la locura, el aburrimiento o la insuficiencia social.

La psicología evolutiva y social ha demostrado cómo los mensajes tempranos moldean el sistema de creencias y los esquemas emocionales. Las y los menores aprenden a temer la soledad y a asociarla con la desaprobación. Como resultado, las personas adultas evitan quedarse a solas, aunque esto implique mantener vínculos tóxicos o renunciar a experiencias personales enriquecedoras.

Soledad y salud mental: entre el estigma y la oportunidad

El aislamiento social, cuando es involuntario y prolongado, puede tener consecuencias negativas para la salud mental, aumentando el riesgo de depresión, ansiedad o deterioro cognitivo. Sin embargo, la psicología positiva y la neurociencia han demostrado que el tiempo a solas, cuando es elegido y vivido conscientemente, es fuente de autoconocimiento, creatividad y bienestar psicológico.

La soledad elegida facilita la autoobservación. Al quedarse solo, la persona puede observar su entorno con mayor atención, analizar sus pensamientos y emociones sin el filtro de las expectativas ajenas y confrontar sus propios miedos. Enfrentar, entendido como poner en frente y mirar de manera honesta, nos permite descubrir recursos internos insospechados.

Neurociencia de la soledad y el vínculo

Desde la perspectiva neurocientífica, la soledad activa áreas cerebrales implicadas en la autopercepción y la regulación emocional, como la corteza prefrontal y la ínsula. Experimentar momentos de soledad consciente promueve la plasticidad cerebral, potencia mecanismos de resiliencia y fomenta la capacidad de introspección.

Al contrario, el miedo persistente a la soledad tiende a reforzar circuitos de estrés y ansiedad, facilitando conductas de evitación y dependencia emocional. Por ello, es fundamental distinguir entre soledad no deseada, que puede ser perjudicial, y soledad elegida, que resulta beneficiosa para el desarrollo personal.

Reaprendiendo a estar a solas: retos y oportunidades

Las tendencias sociales actuales fomentan la hiperconexión y la compañía constante, pero muchas de las grandes aportaciones científicas, artísticas y filosóficas surgieron precisamente en periodos de retiro y soledad elegida. Reaprender a disfrutar de la soledad implica desaprender prejuicios y habilitar un espacio interno para el autoencuentro.

Observar, conocer, enfrentar. Estas acciones, tan naturales en la infancia, suelen perderse con la adultez debido a la presión social y al miedo al juicio ajeno. La psicología del desarrollo reconoce que la capacidad de estar a solas es una competencia esencial para la autonomía y la madurez emocional.

Conclusión: transformar el castigo en oportunidad

La soledad, cuando se vive como elección y no como castigo, se convierte en un regalo: una oportunidad para descubrirse, para observar a otras personas sin filtros, para conocer y enfrentar los propios miedos. Por ello, resulta clave que madres, padres, personas cuidadoras y educadoras enseñen a niñas y niños a estar a gusto en su propia compañía, sin asociar la soledad a la sanción ni al fracaso social.

La soledad solo es castigo para quienes no han aprendido a reconciliarse consigo. Abrazarla, desde un enfoque psicológico y científico, abre puertas a la creatividad, la introspección y el bienestar auténtico. Aprender a estar a solas es, en última instancia, aprender a estar en paz.

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 La psicología de la soledad: por qué estar solo no siempre es malo

Sebastián Villanueva

Director del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz). Psicólogo Sanitario (Col. M-33875). Responsable del Área de Psicología Afirmativa y Diversidad LGBTIQ+.

Todas deberíamos amar a Candela Peña

Han sido muchas las veces que Candela Peña, alzando su voz, nos ha dejado frases memorables. 

Y no me refiero solo en esa maravilla de película que dirigió Fernando León de Aranoa donde Candela interpretaba a Caye y ésta, lanzó frases como: “La vida es una puta mierda a veces y ya está, sin explicación alguna” o “Las cosas no son importantes porque existan, son importantes porque se piensa en ellas”

Yo me refiero más bien a cuando habla ella, la Candela mujer, la Candela madre, la Candela hija, la Candela actriz que ha pasado los 40 años. Ahí, ahí es justo donde yo me quedo.

Todos y todas recordaremos cuando, en la gala de los Goya en 2013, al recoger su premio, Candela denunció los recortes en sanidad y educación. Mencionó la situación de la Sanidad Pública recordando las condiciones en las que murió su padre en un hospital público y planteó sus dudas con respecto a la educación pública que le esperaba a su hijo. Tantas fueron las críticas que recibió que, meses más tarde, cuando en el Festival de Cine de Málaga iba a recoger su premio como mejor actriz, apareció con una cinta negra que le sellaba la boca.

Hace solo un par de días, Candela aparecía en la televisión para rendir homenaje a las madres. Según un estudio, el 78% de las madres tenemos sobrecarga mental (yo le añadiría un cero por detrás a esa cifra pero bueno, vamos a dejarlo así). 

Y es que, da igual el trabajo que ejerzas, la carga de la maternidad es incalculable y algunas veces, insostenible. 

Nosotras sabemos qué días de la semana hay educación física para tener listas todas las equipaciones, controlamos las excursiones, cumpleaños y encuentros sociales varios, estamos en todos los grupos de WhatsApp del mundo donde una madre manda la fotografía de una sudadera con un pie de foto que dice: Mi hijo se la ha traído por error, ¿de quién es? y todas empiezan a responder: mía no, no es mía, mía tampoco y, te sientes en la obligación de responder tú también para que el resto no piense que eres una pasota o que no has leído el mensaje pero podría ser tuya.

Nosotras limpiamos todas las mañanas los zapatos de deporte para que el niño llegue al cole “presentable” (esto es herencia de mi Tía Rosario) y revisamos “a escondidas” la maleta porque, un poco, no nos fiamos de que el niño lo haya metido todo.

Cuando digo nosotras, estoy hablando directamente de mí pero imagino que os pasa a todas.

Y si a todo eso le sumamos, como dice Candela, que hay que hacerse el skincare dos veces al día, ponerse la crema anticelulítica, coger pesas al menos tres veces por semana, quedar con amigas, echar una lloradita porque tu cuerpo ya no es lo que era, leer al menos un libro al mes, decidir qué hacer con las canas que están saliendo, apuntarte a barré, reivindicar las injusticias y volver a coser, pues no sé, la verdad es que no tengo ni idea de cómo llegar a fin de mes.

Por eso todas debemos querer a Candela, porque ella pone voz a lo que pensamos antes de irnos a dormir.

La Revuelta | Candela Peña está agotada

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Ana Villanueva

Recepcionista y Administrativa responsable de la Gestión de Citas y del Triaje de pacientes. Área de Administración del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz).

ENGANCHAND@S A LOS LIKES. LA ADICCIÓN A GUSTAR

La necesidad de likes ha emergido como uno de los fenómenos más representativos de la era digital. Vivimos en una sociedad donde la validación pública a través de plataformas sociales se ha vuelto parte central de la autoestima, y la necesidad de likes condiciona nuestro comportamiento sin que muchas veces seamos plenamente conscientes de ello. No se trata solo de una conducta superficial: la búsqueda incesante de aprobación digital está transformando la percepción de uno mismo y la forma en que las personas interactúan en línea y fuera de la pantalla.

El auge de las redes sociales ha propiciado un terreno fértil para comprender cómo la necesidad de likes influye en la mente y el bienestar emocional. La dopamina, neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa, se libera cada vez que recibimos un “me gusta”, lo que convierte esta simple interacción en una suerte de adicción digital. La necesidad de likes, entonces, se convierte en un ciclo recurrente: cuanto más recibimos, más deseamos, y cuanto menos obtenemos, más sentimos su ausencia.

Diversos experimentos han explorado las raíces y consecuencias de esta necesidad. Un estudio realizado por la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) utilizó imágenes cerebrales para observar a adolescentes mientras recibían likes en sus fotos. Los resultados mostraron que los mismos circuitos cerebrales que se activan con recompensas tangibles —como ganar dinero o comer chocolate— también se activan cuando se reciben likes. Este hallazgo demuestra que la necesidad de likes no es trivial, sino que involucra mecanismos biológicos profundos de recompensa y motivación.

Otro experimento relevante, llevado a cabo por la Universidad de Pittsburgh, demostró que las personas que pasan más tiempo en redes sociales tienden a comparar sus vidas con las de personas que perciben como más exitosas, generando sentimientos de envidia y disminución de la autoestima. En este contexto, la necesidad de likes se intensifica: la aprobación se convierte en moneda de valor emocional y social, y la ausencia de reconocimiento puede derivar en ansiedad, tristeza o incluso síntomas depresivos.

La presión por conseguir aprobación digital ha dado lugar a comportamientos diseñados específicamente para maximizar la obtención de likes: desde la elección cuidadosa del ángulo de una fotografía, la edición minuciosa de una publicación, hasta la participación en desafíos virales. La necesidad de likes se filtra en la vida cotidiana y afecta desde las relaciones interpersonales hasta la propia identidad. Las personas llegan a desarrollar una versión idealizada de sí mismas en línea, buscando constantemente la validación ajena.

Sin embargo, también existen experimentos que apuntan a posibles soluciones para mitigar los efectos negativos de la necesidad de likes. Por ejemplo, plataformas como Instagram han probado ocultar el conteo público de likes para reducir la presión social. Un estudio publicado por la Universidad de Toronto reveló que, cuando el número de likes es invisible, las personas publican contenido que consideran más auténtico y sienten menos ansiedad por la reacción del resto. Esto demuestra que pequeños cambios en el diseño de las plataformas pueden tener un impacto positivo en la salud mental.

En conclusión, la necesidad de likes es mucho más que una tendencia pasajera: es un reflejo de cómo la tecnología ha penetrado en la psicología humana y ha reconfigurado nuestras prioridades sociales y emocionales. Los experimentos mencionados evidencian que esta necesidad tiene impactos neurológicos y emocionales profundos, pero también que es posible avanzar hacia un entorno digital más saludable. Porque, al final, el verdadero valor de una persona no se mide en corazones digitales, sino en la autenticidad con la que se vive.

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Redes sociales y la adicción al like de la generación z | Revista de Comunicación y Salud

ANÁLISIS DE LOS LIKES Y SEGUIDORES COMO ACTIVOS INTANGIBLES DE UN INFLUENCER. | EBSCOhost

Sebastián Villanueva

Director del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz). Psicólogo Sanitario (Col. M-33875). Responsable del Área de Psicología Afirmativa y Diversidad LGBTIQ+.



¿Qué medidas de protección se despliegan ante delitos sexuales?

La Ley 10/2022 en España (“Ley del solo sí es sí”) no solo se centra en el castigo a los agresores, sino que también garantiza una protección integral y una asistencia adecuada a las víctimas de delitos sexuales. Esta legislación reconoce la importancia de brindar apoyo a las personas que han sufrido violencia sexual, tanto desde el momento de la denuncia como a lo largo de todo el proceso.

Asistencia desde el momento de la denuncia y creación de centros de crisis

Uno de los aspectos fundamentales de esta ley es la asistencia inmediata a las víctimas desde el momento en que deciden denunciar los delitos sexuales. Para ello, se establece la creación de centros de crisis en cada provincia antes de diciembre de 2023. Estos centros funcionarán las 24 horas del día, los 365 días del año, y contarán con profesionales especializados en atención psicológica, jurídica y social. Su objetivo principal es ofrecer un espacio seguro para las víctimas, donde puedan recibir el apoyo necesario tanto emocional como legal y social, incluso si no han denunciado formalmente.

Acceso a defensa jurídica gratuita, atención psicológica y apoyo social

Otra medida importante contemplada por esta ley es garantizar el acceso a una defensa jurídica gratuita para todas las víctimas de delitos sexuales, independientemente de sus ingresos. Esto permite que las personas afectadas cuenten con el respaldo legal necesario para enfrentar los procesos judiciales y proteger sus derechos.

Además, se pone énfasis en brindar atención psicológica especializada a las víctimas. La violencia sexual puede tener un impacto emocional y psicológico profundo en quienes lo sufren. Es fundamental contar con apoyo profesional para abordar y superar estas secuelas. La ley busca asegurar que las víctimas tengan acceso a terapias y tratamientos psicológicos adecuados para su recuperación.

Asimismo, se promueve el apoyo social a las víctimas de delitos sexuales. Esto implica el fomento de redes de apoyo y la creación de programas que brinden información, orientación y acompañamiento a las personas afectadas. La inclusión de las víctimas en la sociedad y la prevención del estigma son aspectos fundamentales para su proceso de recuperación.

Ayudas económicas y garantías laborales para las víctimas

La ley reconoce que las víctimas de delitos sexuales pueden enfrentar dificultades económicas debido a la violencia sufrida. Por ello, se establecen ayudas económicas en forma de una ayuda equivalente a seis meses de subsidio por desempleo para las víctimas que ganen menos del salario mínimo interprofesional. Esta medida busca brindar un respaldo financiero temporal que les permita cubrir sus necesidades básicas mientras se recuperan tanto emocional como físicamente.

Además, se garantiza el acceso a las rentas activas de inserción, que son prestaciones destinadas a personas desempleadas con especiales dificultades de reinserción en el mercado laboral. Esto brinda a las víctimas la posibilidad de acceder a recursos económicos adicionales y favorece su estabilidad y autonomía.

https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2022-14630

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Laura Santi

Psicóloga Sanitaria (Col. AN10267). Área de Adicciones químicas y psicológicas y de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz).

POR QUÉ TODO EL MUNDO AMA A PEDRO PASCAL

Desde hace algunos años, parece que Pedro Pascal se ha convertido en una presencia constante en el imaginario colectivo. Ya sea en memes, entrevistas virales o en los papeles protagónicos de las series y películas más aclamadas, la pregunta flota en el aire: ¿por qué todo el mundo ama a Pedro Pascal? No es fácil encontrar una sola respuesta, pero sí es posible desenredar algunos de los hilos que, juntos, tejen el magnetismo de este actor chileno que ha conquistado el mundo.

Autenticidad y carisma: la fórmula secreta

Pedro Pascal no solo es un actor talentoso; es, ante todo, una persona genuina. En un entorno donde el “postureo” y la apariencia suelen dominar las redes sociales y alfombras rojas, él apuesta por mostrarse tal cual es. No teme reírse de sí mismo, ni compartir anécdotas personales que humanizan su figura. Esa autenticidad es la que provoca una inmediata simpatía y conexión con el público. Basta con ver alguna de sus entrevistas: la calidez, el sentido del humor y la ausencia de filtros acaban por desarmar a cualquier espectador.

De “Narcos” a “The Last of Us”: versatilidad y éxito

Otro de los grandes atractivos de Pedro Pascal es su impresionante versatilidad. Saltó a la fama internacional con su papel de Oberyn Martell en “Game of Thrones”, donde su personaje, aunque efímero, dejó una huella imborrable. Más tarde, sorprendió al mundo con su interpretación de Javier Peña en “Narcos”, consolidando su estatus como actor capaz de cargar con el peso de una serie compleja. “The Mandalorian” y “The Last of Us” terminaron por colocarle en el Olimpo de Hollywood, demostrando que puede ser el rostro que defina toda una franquicia. Lo curioso es que, en “The Mandalorian”, gran parte de su actuación la realiza bajo un casco, y aun así logra transmitir emociones profundas solo con la voz y la postura.

Ícono pop y generador de memes

Pedro Pascal es más que sus papeles: se ha transformado en un ícono pop. La cultura de internet lo adora, y esto no es casualidad. Sus gestos naturales, sus reacciones sinceras, y su capacidad para reírse de sí mismo lo han convertido en el protagonista de innumerables memes y videos virales. Desde su famosa reacción comiéndose un sándwich en “Hot Ones” hasta la tendencia de llamarlo “daddy” en redes sociales, cada aparición suya es celebrada en la comunidad digital. La cercanía con sus fans y su participación en contenidos ligeros refuerzan la percepción de que es “uno de nosotros”, un amigo más en la mesa del internet global.

Cercanía y orgullo de sus raíces

Un factor fundamental en el cariño global que despierta Pedro Pascal es su identidad latina. Nunca ha ocultado sus raíces chilenas ni el orgullo por su herencia. De hecho, suele responder preguntas en español en entrevistas internacionales y habla abiertamente sobre temas de migración, inclusión y diversidad. Este compromiso no solo inspira a comunidades latinas alrededor del mundo, sino que también ha roto barreras en la industria del entretenimiento, dando visibilidad a actores y actrices de orígenes diversos.

Curiosidades de Pedro Pascal

  • Su nombre real es José Pedro Balmaceda Pascal, y adoptó el apellido Pascal en honor a su madre.
  • Es amigo cercano de Sarah Paulson desde sus años de juventud en Nueva York, y ella lo apoyó económicamente cuando él apenas empezaba.
  • Antes de la fama, trabajó como camarero durante más de una década en Nueva York.
  • Fue un apasionado nadador en su adolescencia y casi compite a nivel profesional en Chile.
  • En “The Mandalorian”, la mayor parte del tiempo ni siquiera está debajo de la armadura; otros actores se encargan de las escenas físicas más demandantes.
  • Es un auténtico fan de “Star Wars” desde la infancia, y cumplir el sueño de ser parte de la saga lo emocionó hasta las lágrimas.

El secreto de su encanto

Pedro Pascal ha logrado lo que pocos: ganarse la admiración de distintas generaciones, trascender fronteras y provocar la simpatía de quienes lo conocen solo a través de la pantalla. Su mezcla de talento, carisma, humildad y sentido del humor lo han convertido en un fenómeno difícil de repetir. No solo es un gran actor; es, sobre todo, un ser humano que inspira.

Para explicar por qué todo el mundo ama a Pedro Pascal, basta con observar su autenticidad, su cercanía y la manera en que nos muestra que la humildad y el éxito pueden ir de la mano.

En un mundo hambriento de héroes reales, Pedro Pascal nos recuerda que, a veces, lo extraordinario reside en lo auténtico.

The Last of Us (serie de televisión) – Wikipedia, la enciclopedia libre

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Sebastián Villanueva

Director del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz). Psicólogo Sanitario (Col. M-33875). Responsable del Área de Psicología Afirmativa y Diversidad LGBTIQ+.

¿Qué es el mankeeping?

En los últimos 30 años se han desarrollado estudios que muestran que las redes sociales de los hombres se han reducido significativamente en comparación con las mujeres. El hecho de que existan menos relaciones cercanas entre hombres puede hacer que algunos hombres dependan, en gran medida, de las relaciones con las mujeres, específicamente las relaciones románticas, para el apoyo emocional en formas que no siempre son totalmente recíprocas.

Específicamente, el mankeeping se define como el trabajo que las mujeres realizan para compensar las pérdidas en las redes sociales masculinas y reducir la carga del aislamiento masculino en las familias, el vínculo heterosexual y los hombres.

Tres postulados sustentan esta teoría: 

  1. Las mujeres tienden a brindar mayor apoyo emocional a los hombres que no lo reciben en otras partes.
  2. La provisión de este apoyo por parte de las mujeres es una forma de trabajo.
  3. Las mujeres experimentan una carga en su tiempo y bienestar cuando este trabajo no es equitativamente recíproco.

Muchos sistemas de apoyo social masculino se centran en el “romance” y, menos hombres que mujeres, reportan una apertura emocional regular e intimidad fuera de los vínculos románticos heterosexuales. 

Las conductas de mankeeping

Pueden manifestarse cuando las mujeres se convierten en las únicas confidentes de los hombres. Para sus amigos, novios, maridos y familiares varones, las mujeres pueden enfrentarse a una mayor carga de escuchar, empatizar y estar pendientes de los hombres de maneras que no son totalmente recíprocas.

El mankeeping puede implicar gestionar las interacciones sociales en nombre de los hombres.

Una mujer podría sugerir a su pareja que  quede con amigos o una chica podría facilitar una salida en grupo para ayudar a su novio a conectar con otros hombres. La sugerencia de una madre de que su hijo contacte con sus amigos se ajusta a esta definición.

Pedir a los hombres que contacten con otras fuentes potencialmente viables de apoyo social se alinea con esta definición de mankeeping. En esta misma línea, el trabajo realizado para animar a otras personas a brindar apoyo a los hombres es mankeeping, como una mujer que le recuerda a un amigo que contacte con otro amigo hasta que ambos se vean.

Finalmente, el mankeeping se refiere específicamente al trabajo emocional que no es totalmente recíproco y potencialmente oneroso.

En esta administración desigual del apoyo social, esperamos que el mantenimiento tenga un costo ya sea de tiempo, autonomía o bienestar.

Existen investigaciones que respaldan la afirmación de que el trabajo emocional desigual en las relaciones románticas o entre personas del mismo género tiene efectos negativos en las mujeres.

Estos efectos se han establecido en tres áreas: la experiencia de las mujeres en la relación, su salud mental y su tiempo y participación en otras actividades fuera del matrimonio y la familia. En las parejas donde las mujeres dedican más trabajo emocional que los hombres, los matrimonios heterosexuales tienen más probabilidades de terminar en divorcio. Las mujeres, pero no los hombres, experimentan menos sentimientos de amor y más sentimientos de conflicto en las relaciones donde el trabajo emocional es desigual.

El trabajo emocional contribuye negativamente al bienestar psicológico del trabajador, especialmente cuando quien lo realiza es una mujer en nombre de un hombre, y cuando quien lo recibe presenta problemas de salud mental.

Todas las relaciones intergénero entre hombres y mujeres son posibles espacios para la mankeeping, incluyendo las relaciones entre madres e hijos o entre amigos y amigas. Su relevancia en diferentes tipos de relaciones probablemente se deba a los mayores niveles de seguridad psicológica que experimentan los hombres al compartir sus problemas personales.

Por supuesto, no todas las parejas heterosexuales ni las amistades entre personas de sexo opuesto están sujetas al mankeeping. De hecho, existen muchas relaciones en las que los hombres realizan una parte considerable del trabajo emocional en nombre de las mujeres y de otros géneros; y existen muchos más vínculos en los que tales comportamientos son equitativos y mutuamente gratificantes. 

Es probable que las mujeres incrementen sus conductas de manutención cuando tienen pareja o están conectadas socialmente con hombres con pocos confidentes cercanos y que las disminuyan cuando las necesidades sociales de los hombres se satisfacen en una gama diversa de individuos.

Existen avances interesantes que se relacionan con programas que sitúan a hombres en diálogo con otros hombres sobre las condiciones de sus vidas. Este trabajo permite a los hombres satisfacer sus necesidades socioemocionales sin crear nuevas formas de trabajo emocional para las mujeres.

En el Reino Unido y Estados Unidos, una creciente tendencia de «círculos de hombres» busca llenar los vacíos en las redes sociales masculinas, a la vez que derriba las barreras que las normas masculinas imponen a la formación de vínculos. MensGroup, Men’s Circle y Beyond Equality son algunos de los grupos que intentan reunir a los hombres en espacios sociales animándolos a participar y aprender a responder a la apertura emocional con otros hombres, a la vez que critican el patriarcado como principal fuente de conflicto masculino y exponen las experiencias negativas de las mujeres con hombres que apoyan formas dominantes de masculinidad. 

https://psycnet.apa.org/record/2025-35803-002

https://elpais.com/estilo-de-vida/2025-07-03/la-carga-del-mankeeping-o-como-las-mujeres-han-acabado-siendo-las-animadoras-secretarias-y-terapeutas-no-remuneradas-de-los-hombres.html

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Laura Santi

Psicóloga Sanitaria (Col. AN10267). Área de Adicciones químicas y psicológicas y de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz).

El Síndrome del Impostor: Cuando el éxito se siente como un engaño

¿Alguna vez has sentido que no mereces tus logros? ¿Como si en cualquier momento alguien fuera a descubrir que no eres tan bueno como aparentas? Si la respuesta es sí, probablemente hayas experimentado el llamado Síndrome del Impostor.

¿Qué es el Síndrome del Impostor?

El Síndrome del Impostor es un fenómeno psicológico en el que personas capaces y competentes dudan de sus propios éxitos y temen ser descubiertas como “fraudes”. A pesar de evidencias externas de sus logros, tienen la sensación recurrente de no estar a la altura. No se trata de un trastorno mental oficial, sino de un patrón de pensamiento que puede afectar a cualquier persona, sin importar edad, género o profesión.

Orígenes y primeros estudios

La primera vez que se habló de este fenómeno fue en 1978, gracias a las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes. Estudiando a mujeres con altos logros profesionales, notaron que muchas atribuían sus éxitos a la suerte o a factores externos, en vez de reconocer su talento y esfuerzo. Publicaron estos resultados en el artículo “The Impostor Phenomenon in High Achieving Women”, abriendo las puertas a investigaciones posteriores.

¿Por qué sentimos que no somos suficientes?

Desde la psicología, se entiende que el Síndrome del Impostor suele surgir en personas perfeccionistas, con baja autoestima o que han crecido en ambientes muy exigentes. Factores sociales también influyen, como la presión por alcanzar estándares altos o el miedo a defraudar a figuras de autoridad.

El cerebro, acostumbrado a protegernos de posibles fracasos, puede generar pensamientos autocríticos que buscan anticipar el rechazo. Así, aparecen frases como “no soy tan talentoso” o “me eligieron por error”.

Experimentos clave sobre el Síndrome del Impostor

Uno de los experimentos más conocidos fue realizado por la psicóloga Gail Matthews, quien investigó cómo afecta este síndrome al desempeño académico y profesional. Sus estudios demostraron que quienes sufrían del Síndrome del Impostor tenían más probabilidades de subestimar sus capacidades y evitar retos, aunque sus resultados objetivos fueran altos.

Otro experimento relevante fue llevado a cabo por la Universidad de Salzburgo, Austria. Los investigadores pidieron a un grupo de estudiantes que resolvieran problemas complejos y, tras cada éxito, les preguntaron sobre la causa de su buen desempeño. Quienes puntuaron alto en escalas de “impostoría” tendían a atribuir sus logros a la suerte o la ayuda externa, mientras que quienes no presentaban el síndrome lo atribuían a su esfuerzo y habilidades.

En el campo laboral, un estudio de la doctora Valerie Young reveló que el Síndrome del Impostor no distingue jerarquías: desde estudiantes universitarios hasta directivos de grandes empresas pueden sentir que no merecen su posición. Este fenómeno incluso afecta a celebridades, artistas y científicas reconocidas mundialmente.

Curiosidades sorprendentes

  • El término “impostor” no implica engaño real. Muchas personas con el síndrome cumplen y hasta superan las expectativas, aunque internamente estén llenas de dudas.
  • Albert Einstein y Maya Angelou lo vivieron. Ambos confesaron, en algún momento de sus carreras, sentirse como fraudes pese a su éxito mundial.
  • La comparación constante con personas en redes sociales puede aumentar la sensación de impostoría, ya que solemos comparar nuestro “detrás de cámaras” con el “escaparate” de otros.

¿Cómo enfrentarlo?

La buena noticia es que existen estrategias para reducir la influencia del síndrome. Hablar abiertamente sobre estas sensaciones, buscar retroalimentación objetiva, reconocer los propios logros y aceptar que nadie es perfecto pueden ayudar a debilitar la voz de la duda.

Recordar que el error es parte del crecimiento y que la autenticidad no requiere perfección es vital. El Síndrome del Impostor no se elimina de la noche a la mañana, pero empezar a cuestionar los pensamientos autocríticos es el primer paso para recuperar la confianza.

Una invitación a la autenticidad

Nadie está solo en este viaje de dudas y autodescubrimiento. Reconocer el Síndrome del Impostor es ya un acto de valentía y una oportunidad para abrazar el verdadero valor personal.

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Sebastián Villanueva

Director del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz). Psicólogo Sanitario (Col. M-33875). Responsable del Área de Psicología Afirmativa y Diversidad LGBTIQ+.

LA SOMBRA EN LA PANTALLA: POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS SOLO COMPARTEN MALAS NOTICIAS

En la era de la conectividad digital, donde la información fluye a una velocidad sin precedentes, es común encontrar un patrón de comportamiento en grupos de chat y redes sociales: el individuo que, de manera consistente, solo comparte noticias de carácter negativo. Desde catástrofes naturales y conflictos geopolíticos hasta escándalos y tragedias personales, estas personas parecen ser imanes para la información más sombría del mundo. Este fenómeno, lejos de ser una simple preferencia por el pesimismo, tiene profundas raíces en la psicología humana y la sociología de los medios de comunicación.

Desde una perspectiva psicológica, este comportamiento puede estar ligado a varios factores. El primero es el concepto de sesgo de negatividad, un principio bien documentado que sugiere que los seres humanos prestamos más atención, y damos más peso, a las experiencias negativas que a las positivas. Investigaciones en neurociencia, como las de John Cacioppo, han demostrado que el cerebro procesa la información negativa de forma más intensa y rápida que la positiva, activando con mayor fuerza la amígdala, el centro del miedo y la alerta. Para el «portador de malas noticias», este sesgo no solo influye en lo que consumen, sino también en lo que deciden compartir, ya que perciben que estas noticias tienen una mayor relevancia e impacto.

Otro factor crucial es la búsqueda de validación social. En un estudio de 2017 publicado en Social Media + Society, los investigadores sugirieron que compartir información impactante, especialmente si es negativa, puede ser una forma de reafirmar el propio estatus. Al ser el primero en informar al grupo sobre un evento dramático, el individuo se posiciona como una fuente de información importante. Este rol le otorga, aunque sea momentáneamente, una sensación de poder y pertenencia. La reacción del grupo, ya sea de shock, tristeza o preocupación, valida su elección de contenido y refuerza su comportamiento. Es una retroalimentación circular: comparten noticias negativas para llamar la atención, obtienen atención y, por lo tanto, continúan compartiendo.

Además, el comportamiento puede ser un reflejo de un estado emocional interno. La hipótesis del estado de ánimo congruente postula que las personas tienden a buscar y procesar información que es consistente con su estado de ánimo actual. Una persona que lucha contra la ansiedad, el pesimismo o incluso una depresión subclínica puede sentirse más atraída por narrativas que reflejan su propia visión del mundo. Compartir estas noticias no es solo una acción, sino una externalización de su propia visión del mundo. Para ellos, el mundo es un lugar lleno de peligros y desgracias, y al compartirlo, no solo informan, sino que también confirman su propia realidad.

Desde una perspectiva sociológica, el fenómeno se ve amplificado por la naturaleza de los grupos de WhatsApp y las redes sociales. Estos espacios, a menudo cerrados y con dinámicas de grupo preexistentes, crean un efecto de burbuja. Dentro de estos grupos, las normas de comunicación pueden ser laxas y el riesgo de confrontación es bajo. El individuo puede compartir contenido sin el escrutinio que podría enfrentar en un entorno más público. Este comportamiento también puede ser una forma de señalar un «sentimiento de comunidad» a través del miedo compartido. Al unirse en la preocupación por una noticia trágica, el grupo se une, reforzando lazos sociales, aunque sea a través de un sentimiento negativo.

El peligro de este comportamiento radica en su potencial para la contaminación emocional. Investigaciones sobre el «contagio emocional» en redes sociales, como la de C. A. Fowler, indican que la exposición repetida a noticias negativas puede influir en el estado de ánimo de los demás, aumentando los niveles de ansiedad y estrés. El «portador de malas noticias» no solo busca atención, sino que involuntariamente puede estar generando un ambiente de desánimo y miedo en su círculo social.

En conclusión, la persona que solo comparte noticias malas en grupos de chat no es simplemente un pesimista. Es un individuo cuyas acciones están moldeadas por sesgos cognitivos, la búsqueda de validación social, estados emocionales subyacentes y las dinámicas únicas del entorno digital. Comprender este fenómeno desde la psicología nos ayuda a ver que detrás del clic de «compartir» hay una compleja red de motivaciones humanas.

El portador de malas noticias es un eco de la amígdala colectiva, no un simple mensajero; es el reflejo de una sociedad que consume el miedo con la misma avidez que lo produce.

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Sesgos cognitivos y su relación con el bienestar subjetivo – Dialnet

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Sebastián Villanueva

Director del Centro Sanitario ESTUPENDAmente! en El Puerto de Santa María (Cádiz). Psicólogo Sanitario (Col. M-33875). Responsable del Área de Psicología Afirmativa y Diversidad LGBTIQ+.